Cuentos



Sueños de Noctiluca
Cuentos de la Carta Verde de Málaga





Publicado por Clave para la Fundación CIEDES (´Málaga, 1996)
Cómo surgió el libro y de que trata:
      Desde la Fundación CIEDES tras la publicación de la Carta Verde de Málaga, se vio la necesidad de transmitir sobre todo al público infantil y juvenil los principios y estrategias que ésta diseñaba para la Málaga del futuro. Surgió así un libro de cuentos que transformaba las ideas en ejemplos concretos de actuación, juegos y experimentos. Este libro recibió el nombre de "Sueños de Noctiluca, Cuentos de la Carta Verde de Málaga"
     
      La figura de Noctiluca, según la historia local, representa a una musa o diosa que habitaba en el Mar de Alborán (que baña las costas malagueñas) y vivía en sintonía con los pescadores y habitantes de la zona, al respetar éstos siempre el entorno natural de la misma. No obstante, a medida que los malagueños se alejaron del mar y de esa valoración de su entorno, la diosa se fue sumergiendo en las aguas. Al rescatar su figura se quiere marcar la necesidad de seguir por el camino diseñado en la Carta Verde, para poder recuperar el equilibrio con el medio natural.
Fuente: CIEDES

      A continuación, la aportación que hace Inés María Guzmán al libro con "Un mundo de color", cuento sobre la contaminación y pequeño decálogo para los niños de los buenos hábitos domésticos:


     Una sombra negra, una nube negra, negra, inundaba los árboles verdes de la verde Alameda, ahora negra, negra con olor a humo negro.
     Pablo cerró la ventana de su casa, pero ya se filtraba la masa compacta por entre las rendijas, sin remedio. Corrió escaleras abajo y salió a la Alameda. No había un alma. ¿Dónde esta la gente? ¿Y los coches? Nada. Ni un perro vagabundo. Corrió hacia el muelle:  el mar estaba negro, negro, ¡Qué desolación! Se fue a la playa y la arena era negra, negra. Miró al cielo y el cielo era negro, negro. El parque, ¿qué había sido del parque? ¿y las flores? ¿y los árboles? La masa compacta rodeaba todo lo verde, ahora negro, negro. "No puede ser" -pensó Pablo. "¿Dónde están los colores, las flores rojas, amarillas, los verdes árboles?" La masa negra le secaba la garganta.
      Pablo fue a beber a la fuente pero sólo salió un chorro negro, negro. Volvió sobre sus pasos, de regreso a su casa en la Alameda. Todos los edificios de la acera de la Marina eran negros, negros, y la calle Larios toda negra, negra, como un triste ataúd.
       La sombra negra, la nube negra, la neblina negra, toda la inmensa masa negra avanzaba sin piedad  detrás de Pablo y le subía por todo el cuerpo, dejándole los pies negros, las piernas negras, las manos negras y la cabeza negra, negra. Se ahogaba, se le nublaba la vista, le envolvía la masa negra. Chilló, lloró y pataleó en el suelo. "Es el fin" -pensó. Y sintió cómo le cojían las manos y cómo una dulcísima voz le decía:
       -Pablo, Pablo, despierta.
Abrió los ojos y vio la sonrojada cara de su madre, el rubio color de su pelo, el azul intenso de sus ojos y toda la blancura de las suaves sabanas  le cubrían.
-¿Qué te ocurre, Pablo? -preguntó  a su madre, abriendo mucho la rojísima boca-. Pablo pensó: "!Qué colorido tiene la habitación!" Pero, de pronto, el horror le subió por todo su cuerpo. Se incorporó en la cama y miró por la ventana. La alameda era verde, verde y verdes eran todos los árboles. Miró al cielo y el cielo  era celeste, celeste, y blancas, blanquísimas las nubes blancas,
              - Pablo, dijo su madre.
              - ¿Qué te ha ocurrido, que chillabas tanto?
              - Creo que he tenido una horrible pesadilla negra, negra-, pero ya su madre le traía en la bandeja un vaso de leche blanquísima, como para olvidar todo el horror negro  de la pesadilla negra.
              - Mamá -Dijo Pablo- he tenido un sueño en el que toda Málaga aparecía negra de polución, y no había árboles ni flores ni agua, el aire no se podía respirar y todo el mundo había muerto.
              Su madre comprendió por qué Pablito le había llamado en sueños, y le dijo:
              - No te preocupes, Pablo. Con los diez mandamientos verdes, si todo el mundo los sigue, haremos un planeta de color y nunca será negro.
              Y los diez verdes mandamientos decían:

1. Ahorra energía en tu propia casa. Apaga la luz para que siempre haya color y no negrura.


2. Cierra el grifo. El agua es un bien cada vez más escaso. Ahórrala para que nunca sea negra.


3. No produzcas basuras para que no muera la naturaleza y todo se haga negro.


4. Utiliza envases que no perjudiquen al medio ambiente, que sean ecológicos y no lo estropeen todo con la negrura.

5. No almacenes productos químicos, para que el agua no se contamine y se haga negra.


6. Limita el uso de los plásticos y guarda las bolsas para la basura, que no se contamine el aire y se haga negro.


7. Ahorra papel para que haya árboles y no bosques negros.


8. Usa el coche con moderación para que el aire no se ponga negro.


9. Cuida el campo. No le eches basuras para que siempre haya hierba verde y no negra.


10. Piensa de una forma general y particular de tu ciudad, porque te importa el mundo pero también Málaga, para que siempre sea de color y no negra.

Y Pablo aprendió estas diez reglas verde, y sabe que así su entorno no será como en su pesadilla, negro, negro, negro...


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